Autor: Retastrigo
Ciudad de México, México
El día de hoy quiero relatar
cómo inició todo este cambio en mi sexualidad. Siempre me había considerado muy heterosexual,
a los once años experimenté mi primer contacto homosexual,
cuando en casa de un amigo, encontramos una revista porno, era una revista
Playboy, producto de la excitación nos preguntamos si queríamos
tocarnos el pene el uno al otro; aceptamos y mientras veíamos la
revista nos tomábamos del pene, pero sin hacer mayor movimiento,
en pocas palabras no pasó nada. Pero las cosas estaban por cambiar,
así como mi forma de percibir la sexualidad o mejor dicho la bisexualidad.
Entrado en los 18 años conocí
a un vecino nuevo de la calle donde yo vivía, nos presentaron otros
vecinos. Con el tiempo nos hicimos buenos amigos, lo conocían muy
bien en mi casa y yo siempre era bien recibido en la suya; él y
yo hicimos siempre una buena pareja al momento de hacer deportes o jugar
fútbol o béisbol, es decir había química entre
nosotros y a veces lo veía con otros ojos... para no exponerlo más,
lo llamaré "mi vecino".
Un día después de estar
platicando en la entrada de mi casa, lo invité a pasar, nos tomamos
unas sodas y platicamos de cosas sin importancia. Como dos buenos adolescentes
tocamos el tema del sexo y mi vecino me preguntó si yo alguna vez
había tenido relaciones con otro hombre, esa pregunta me ruborizó,
hizo que mi corazón se acelerara, no sé si por lo directo
de la pregunta o por la excitación que me provocaba. Mi vecino era
delgado muy lampiño, de ojos verdes y cabello castaño claro.
Una vez que reaccioné a la
pregunta y aún con el corazón latiendo muy rápido
le contesté que sí, que cuando era más chico había
tenido un contacto con un amigo con el cual al ver esa revista porno que
ya comenté, habíamos terminado tomándonos del pene.
Inmediatamente yo le pregunté, como tratando de liberarme, si él
había tenido un contacto o relación homosexual, rápidamente
respondió que sí, que una vez en casa de un primo, vieron
una película porno y terminaron chupándose el pene uno al
otro.
Ambos nos mirábamos como
si ninguno de los dos se atreviera a decir lo que estoy seguro ambos deseábamos
"quieres hacerlo conmigo". Quiero resaltar que siempre me había
sentido heterosexual, pero mi vecino me despertaba ciertas sensaciones
que chocaban con lo que pensaba o creía, no me veía con un
miembro en la boca, ni mucho menos siendo penetrado, pero la idea no me
era molesta del todo.
Después de un rato, me adelanté
y le pregunté si quería que tuviéramos una "sesión"
como decidimos bautizar a nuestros escarceos sexuales, gustosamente rápido
aceptó. El problema era que en mi casa estaba toda mi familia, por
lo que lo único que podríamos hacer era encerrarnos en mi
cuarto, arriesgándonos a ser descubiertos.
Mi vecino tuvo una idea mejor, me
comentó que sus papás saldrían a una cena y que estaríamos
solos en su casa durante unas 3 o 4 horas. Sin dudarlo aproveché
esa oportunidad y caminamos una cuadra hasta su casa; al llegar sus papás
casi estaban de salida, por lo que en un par de minutos nos quedamos prácticamente
solos.
Subimos a su recámara, mientras
avanzábamos por las escaleras, mi corazón latía muy
rápido, mi cabeza no tenía control sobre mis pensamientos,
en realidad no sabía como comenzaríamos nuestra "sesión".
Entramos a su habitación, él se sentó en la orilla
de su cama y yo en la silla de su escritorio prácticamente frente
a él; durante unos minutos nuestras miradas se cruzaron sin decir
una palabra, estoy seguro que solo fueron unos segundos que para
mí transcurrieron como horas. La iniciativa la tomó él, era
claro, él estaba en su terreno, era su casa, su recámara;
todo estaba listo. Me preguntó ¿Quién empieza?, dudé,
no sabía qué contestar, estaba nervioso más que en
mi primera vez con una mujer, volvió a preguntarme ¿Quieres
que empiece yo? Sin saber lo que respondía sólo me limité
a mover la cabeza afirmativamente.
Mi vecino se puso de rodillas frente
a mi silla, desabrochó mi cinturón y mi pantalón y
liberó mi pene por la abertura del calzoncillo, mi pedazo de carne
estaba duro y con la cabeza rosada y muy palpitante por la excitación,
comenzó a lamerlo desde la base hasta la cabeza, cada vez que pasaba
la lengua por el frenillo de mi pene, yo daba pequeños brincos que
me excitaban aún más. Me limité a inclinar la cabeza
hacia atrás, cerrando los ojos y disfrutando como mi pene era absorbido
por una boca húmeda y caliente, sintiendo esa lengua que lo recorría
de arriba hacia abajo, sintiendo cómo esos labios recorrían
cada pedazo de carne y dejaban un pene lustroso por la gran cantidad de
saliva; prácticamente entre sueños escuché cómo
mi vecino me decía, "esto de chupar así, me lo enseñó
mi primo" en mis pensamientos dije "gracias, primo".
Era mi turno, mi vecino se encontraba
frente a mí, por la excitación que tenía, él
ya había desabrochado su cinturón y su pantalón los
cuales habían caído hasta el suelo; así que no había
más remedio, yo quería ese pene en mi boca; su pene no estaba
circuncidado con una cabeza gruesa, era un miembro un poco venudo y con
unos testículos de buen tamaño.
Retiré el capuchón
que cubría el glande con dos dedos y suavemente con la lengua recorrí
la cabeza haciendo pequeños círculos alrededor de la misma
incluso di un par de lengüetazos al orifico del pene del cual comenzaban
a emanar pequeñas gotas de líquido preseminal, mismas que
tragué con avidez y gusto; retiré completamente la carne
que sobraba sobre el cuerpo del pene y prácticamente lo engullí
por completo, me puse sobre mis rodillas y comencé a devorar ese
pene por completo, lo chupaba, lo lamía, era como un delicioso caramelo,
al mismo tiempo con una mano, acariciaba sus testículos y cada vez
que me metía todo el miembro en la boca acariciaba sus nalgas. Sin
mediar más palabras me sacó el pene de la boca, debo decir
que eso no me gustó mucho, yo quería seguir mamando ese delicioso
manjar.
Decidimos desvestirnos completamente
y hacer un 69, así que mis ansias por mamar serían satisfechas
inmediatamente, mi vecino se acostó en su cama y yo me trepé
en él, metí su pene en mi boca y continué comiendo
ese rico miembro; mi vecino tomó el mío y comenzó
a lamerlo, cada vez que pasaba su lengua por la base de mis testículos
me encendía más y más, colocó mi miembro en
su boca y empezó a mover la cabeza de arriba a abajo, posó
sus manos en mis nalgas, las acariciaba y llevaba sus dedos hacia mi ano,
sin llegar a tocarlo por completo, ese movimiento me excitaba cada vez
más y a ratos seguía engullendo mi pene. Por mi parte yo
hacía lo mismo, subía y bajaba la cabeza metiendo esa ricura
en mi boca dejándolo muy brilloso por la saliva, a ratos lo sacaba
de mi boca y a ratos lamía sus testículos mientras meneaba
el pene con la mano masturbándolo, sin saberlo, me metí nuevamente
su pene en la boca y casi de inmediato una descarga de rica leche me llenó
la boca, la cantidad de semen era tal que comenzó a salir por las
orillas de mis labios, tragué lo más rápido que pude
y me dediqué a limpiar los restos de semen con mi lengua. Mi vecino
seguía prendido a mi pene, mamando como un experto; esa imagen de
su boca llena con mi pene me hizo venirme inmediatamente. Un fuerte trallazo
de semen le llenó la lengua y dejó que el resto de la leche
le llenara la cara, la cual se limpiaba con los dedos, mismos que chupaba
y lamía recuperando las sobras, el semen restante me lo embarró
en las nalgas.
Rompimos la posición y nos
recargamos contra la pared uno y contra la cabecera de la cama el otro,
los dos estábamos tratando de recuperar el aliento después
de tan rica batalla, coincidimos los dos en que éramos buenos para
el sexo oral; en el fondo sabíamos que fue más intuición
que verdadera experiencia, yo reconocí que lo que sabía era
por ver películas y por las mamadas que me daban las novias que
había tenido con anterioridad.
Lejos de decidir que era suficiente
para una noche, comenzamos a intercambiar comentarios sobre las sensaciones
de nuestras caricias, pasada una media hora o más, nuestros penes
estaban nuevamente erectándose por la plática, pero también
coincidimos en que ya no queríamos más sexo oral, ni más
69, bueno sí queríamos, pero no que esa posición
fuera la única, queríamos más, queríamos experimentar
cosas nuevas y diferentes. Él se levantó, diciéndome
que lo esperara un momento y fue a la recámara de sus papás
regresando con un tarro de vaselina, entre risas me comentó que
eso lo usaba su mamá para las manos (según ella).
Acto seguido, empezamos un 69 pero
esta vez cada uno tomó un poco de vaselina en un dedo y lo untaba
en el ano del otro, mientras disfrutaba de lamer y mamar al mismo tiempo,
un par de minutos más tarde ya no era un dedo el que entraba y salía
sino que eran hasta dos o tres, ambos estábamos al borde del orgasmo,
así que rompimos el 69, yo me quedé como estaba así
en cuatro puntos con las nalgas y mi ano apuntando al pecho de mi vecino,
él se embadurnó el pene con la vaselina sobrante, me colocó
la cabeza de su miembro en la antesala de mi ano y por la inexperiencia
quiso meterla de un solo golpe, a pesar de la dilatación, esta no
era suficiente, por lo que me dolió bastante, pasados unos segundos
el pene de mi vecino entraba con mucha facilidad. Quiero aceptar que esa
sensación de ser penetrado me hacía estar en las nubes, verdaderamente
estaba disfrutando la forma en la que la verga de mi vecino me llenaba
el ano, mi vecino comenzó a gemir y sus movimientos eran más
rápidos, yo trataba de mover mis caderas para acompañar las
emboladas que me daba, estoy seguro que yo lo hacía más por
la excitación que por conciencia.
Este movimiento de cadera provocó
mayor excitación en mi vecino lo cual hizo que reventara todo su
orgasmo en mi ano, sentí un río de líquido caliente
llenándome las entrañas, ¡qué gran sensación!.
Mi vecino terminó de eyacular y me pidió que me recostara,
me embadurnó el pene de vaselina, se subió en mí y
en cuclillas sobre mi verga comenzó a sentarse despacio, yo creo
que recordó lo que me dolió su cogida, una vez que tuvo toda
mi verga adentro comenzamos un sube y baja, él tenía los
ojos cerrados y la cara roja, apretaba los dientes contra los labios, estaba
en el mayor placer, yo lo tomaba por las nalgas y acompañaba sus
movimientos de sube y baja con mis manos, él gemía y se retorcía,
verdaderamente estaba disfrutando.
Por mi parte yo estaba en las nubes,
los ojos cerrados y sudando, trataba de aguantar lo más posible
mi orgasmo; no pude resistir mucho con un gran bufido reventé con
un gran chorro de semen inundando el culo de mi vecino, él seguía
extasiado subiendo y bajando hasta que dio un grito callado y un disparo
de leche me llenó el vientre, el pecho y parte de la cara, rápidamente
con una mano limpiaba los restos de semen con mis dedos, los metía
en mi boca para limpiarlos y en la boca de mi vecino, él lamía
mis dedos con cariño y disfrutaba su propia leche.
Pasados unos minutos de descanso
y tumbados en la cama uno junto al otro, nos levantamos, fuimos al baño
a limpiarnos y a vestirnos, me acompañó a la puerta de su
casa donde nos dimos un rico beso en la boca. Ambos sabíamos que
ese era el inicio de muchas más "sesiones". Salí
camino a mi casa con las piernas temblorosas, pero feliz por tener un
gran amigo, amante y vecino.
Espero que les haya excitado esta
primera vez, yo al escribirla y recordarla aproveché la oportunidad
para introducir un dedo en mi ano y masturbarme hasta llenar mis manos
de semen.
Alguien alguna vez me comentó
"nadie como un hombre, para darte una rica mamada".
Retastrigo
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