Autor: Juan
Madrid, España
Hola mi nombre es Juan, soy un chico
de 22 años y me considero bisexual, ya que aunque tengo novia y
mantengo relaciones sexuales frecuentemente con mujeres, de vez en cuando
no puedo resistir la tentación de mamar una buena polla. No tengo
candidatos fijos, cada vez que veo a alguien con uniforme, ya sea militar,
de policía, guardia de seguridad incluso conductores, o de alguna
profesión como mecánico o albañil y está delgado y
es alto, no puedo evitar dirigir la mirada hacia su paquete. Esto fue lo
que me ocurrió con Miguel, pero empezaré la historia desde el principio.
Hace menos de un mes me mudé
a mi nueva casa, que está en una urbanización a las afueras
de mi ciudad. Creo que he sido uno de los primeros, casi todas las casas
están en construcción, y de las terminadas son pocas las
habitadas. Por lo demás la urbanización ya tiene todos los
servicios, como luz en las calles, etc. Al no vivir nadie nos pidieron
un suplemento para contratar guardias de seguridad, pero como yo estaba de alquiler, y si me mudaba no tenía
que pagarlas, decidí irme. Pensé que un par de meses solo
no me harían daño. Durante este tiempo vivo solo, y poco
a poco me van trayendo los muebles. Normalmente llego a casa hacia las
siete, y suelo ver al guardia de seguridad, pero como éste no se
baja del coche, no me alegra mucho la polla que se diga, pero el viernes
es otro cantar. Cuando llego aún están los albañiles trabajando,
y hasta que llego a mi casa, no puedo evitar mirar a tres o cuatro. Uno
que me llama mucho la atención es un albañil del último chalet
de la urbanización. Está en un extremo en la entrada norte,
está sola y no hay otras casas a menos de 200 metros. Trabaja con
otros cuatro, pero son barrigones y bajitos. Cuando le veo para un poco
el coche, y cuando se me levanta acelero para llegar a casa cuanto antes
y hacerme una paja. Es alto, y está muy moreno, casi siempre lleva unas
bermudas de esas que son hasta por debajo de la rodilla y una camiseta
de tirantes blanca. A pesar de que las bermudas son anchas, a la altura
del paquete se nota que le falta un poco de espacio. Así transcurrían
las primeras semanas.
Uno de los últimos días
de abril, decidí sacar mi cocker a pasear y me fui hasta la entrada
norte paseando. Casi era de noche pero hacía muy buena temperatura, y las
pequeñas farolas alumbraban bien. Tenía cierta esperanza
en ver a una parejita a la que pillé follando en el coche hacía
dos semanas por esa misma zona. Llegué hasta la puerta. Se había
hecho de noche, pero todavía hacía cierto calor. No había
visto a la parejita, una lástima pues estaba bastante caliente. Me volví,
y tras andar un rato, el perro se metió dentro del chalet aislado.
Yo me empecé a cagar en el perro, y en mi novia por habérmelo
regalado. Entré, no se veía nada. Entré en lo que
parecía el salón, de vez en cuando me golpeaba los pies con
sacos de cemento o yeso. De repente escuché una voz
- Tú, ¿qué haces aquí?...
Giré la cabeza hacia la voz
y vi como se acercaba hacia mí alguien con un cigarro en la boca.
- Te he dicho que qué haces
aquí, o me contestas o te mato a hostias... - Yo le dije que había
entrado a por mi perro que estaba por la casa. Su tono de voz se notó
mas tranquilo en la respuesta: - Ah, creo que esta en el sótano,
pero no podemos bajar porque no hay escalera, así que tendrás
que volver mañana a por él. - Se puso junto a la ventana,
y con la luz de la farola vi que era el albañil que me traía
loco. Para relajar un poco más me hice el tonto y le pregunté qué
hacía en esa casa. Me contestó que era un trabajador y que le pagaban
para cuidarla por la noche, porque no le importaba dormir ahí. Me
preguntó si tenía prisa, yo como no tenía que hacer
nada, le dije que no. Me preguntó entonces si no me importaba hacerle
compañía, puesto que llevaba 3 semanas así, y por
las noches se aburría. Me contó que una vez vino su novia
y se la folló en el coche, pero que un tío les vio y les
cortó el rollo. Yo me confesé autor de tal crimen, y entonces
él me dijo : - - Pues deberás pagarlo de algún modo.
Yo me reí un poco pensándolo.
Entonces me llevó a lo que era su dormitorio. Estaba en el garaje,
tenía un colchón de matrimonio, que se veía algo mugriento,
junto con una radio y una nevera de camping. También tenía
una caja con revistas, pero como no había luz, dudo mucho que leyera
algo. Sacó entonces un vaso de plástico de litro y una botella
de whisky y nos pusimos a beber y hablar de todo un poco. Se hizo un porro
y me ofreció fumar, cosa que acepté, porque esos regalos
no se desprecian. Cuando ya habíamos bebido un par de vasos de litro
entramos en materia. Le pregunté cómo aguantaba sin hacer
nada todas estas tardes. Me dijo que su novia le hizo un par de visitas,
y se la follaba, como el día que les vi. Pero llevaba ya dos semanas
sin venir. Sacó unas revistas de la caja y me dijo que las miraba,
hasta que se le rompió la linterna anteanoche. Yo las vi al contraluz
de la luna y vi que eran pornos salvajes, incluso tenían escenas
bisexuales de hombre contra hombre, más una mujer.
- También a mí se
me pone como un canto... - Cuando me dijo eso me miré y vi como
sin darme cuenta tenía la polla dura. Hice un par de comentarios
como de chiste y me dijo
- No te cortes, a mí me pasa
lo mismo, me hago una paja y punto.
Yo solté la revista, pero
seguía sin bajarme la polla, entonces él sin mediar palabra
me metió la mano en la bragueta y comenzó a hacerme una paja.
Yo sentado en el colchón suspiraba sin decir nada. Aguanté
poco tiempo y me corrí en sus manos. Él sin decir nada se
limpió en mis pantalones. Yo estaba sorprendido era la primera vez
que me hacía una paja otro hombre, y me había gustado la
verdad. Él entonces me dijo:
- Bueno, te hago una paja hoy, y
la otra semana me jodes una follada con mi novia. Creo que me debes algo.
Yo le dije rápidamente: te
la puedo chupar y en paz, al tiempo que ponía la mano sobre su paquete.
Él me dijo que sí, pero nos debíamos desnudar los
dos. Así lo hicimos. Cuando le vi desnudo casi me muero de vergüenza.
Tenía la polla de unos 17 cm, flácida y el cuerpo estaba
sin una sola gota de grasa. No tenía mucho músculo pero se
le notaban todos. Yo me tiré hacia su polla. El sabor salado mezclado
con el orín me pone a cien. Le chupaba la polla, los huevos incluso
el culo, él suspiraba fuertemente y emitía unos gemidos graves
que me recordaban a un toro. Me cogió la cabeza con las manos y
utilizó mi boca como si fuera un coño. Yo estaba a punto
de explotar de nuevo. Le chupaba su vientre duro y sus piernas para que
durase más. Y vaya si duraba. Tenía la polla como un mástil,
y sin señales de fatiga. Pero al fin tras 20 minutos de mamada comenzó
a moverse y me decía que siguiese chupando mientras se corría.
Yo obedecí y como recompensa obtuve una de las mayores corridas
que había tenido el chico desde hacía años. Cuando
terminó me puse a su lado. Entonces él se puso encima de mí
y comenzó a mover su polla junto a la mía. A él se
le volvió a poner dura. Yo le vi la intención cuando se bajó
la mano para colocar la polla en mi culo. Yo le dije que no me gustaba
que me diesen por el culo, y que lo más que le haría sería
dejar que follase con mis piernas. No se lo pensó y comenzó
a empujar con la cadera hasta el punto que parecía que estaba follando
con una mujer. Pegó un alarido y se volvió a correr. Se tumbó
a mi lado y me dijo que podía volver mañana a por el perro
cuando quisiese, por la mañana o por la noche. Yo me levanté
me vestí y me fui.
Al día siguiente me fui a
primera hora a por el perro. Él me vió y me lo llevó hasta
la puerta. Me invitó a que pasara cualquier noche por ahí.
Yo pasé más noches. Pero esa será otra historia que contar.
Juan
¿Y tú?... Envía tu relato con tu nombre (o seudónimo) y la ciudad de donde escribes a homosexum@gmail.com
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