10 enero 2015

El albañil

Autor: Juan
Madrid, España


Hola mi nombre es Juan, soy un chico de 22 años y me considero bisexual, ya que aunque tengo novia y mantengo relaciones sexuales frecuentemente con mujeres, de vez en cuando no puedo resistir la tentación de mamar una buena polla. No tengo candidatos fijos, cada vez que veo a alguien con uniforme, ya sea militar, de policía, guardia de seguridad incluso conductores, o de alguna profesión como mecánico o albañil y está delgado y es alto, no puedo evitar dirigir la mirada hacia su paquete. Esto fue lo que me ocurrió con Miguel, pero empezaré la historia desde el principio.

Hace menos de un mes me mudé a mi nueva casa, que está en una urbanización a las afueras de mi ciudad. Creo que he sido uno de los primeros, casi todas las casas están en construcción, y de las terminadas son pocas las habitadas. Por lo demás la urbanización ya tiene todos los servicios, como luz en las calles, etc. Al no vivir nadie nos pidieron un suplemento para contratar guardias de seguridad, pero como yo estaba de alquiler, y si me mudaba no tenía que pagarlas, decidí irme. Pensé que un par de meses solo no me harían daño. Durante este tiempo vivo solo, y poco a poco me van trayendo los muebles. Normalmente llego a casa hacia las siete, y suelo ver al guardia de seguridad, pero como éste no se baja del coche, no me alegra mucho la polla que se diga, pero el viernes es otro cantar. Cuando llego aún están los albañiles trabajando, y hasta que llego a mi casa, no puedo evitar mirar a tres o cuatro. Uno que me llama mucho la atención es un albañil del último chalet de la urbanización. Está en un extremo en la entrada norte, está sola y no hay otras casas a menos de 200 metros. Trabaja con otros cuatro, pero son barrigones y bajitos. Cuando le veo para un poco el coche, y cuando se me levanta acelero para llegar a casa cuanto antes y hacerme una paja. Es alto, y está muy moreno, casi siempre lleva unas bermudas de esas que son hasta por debajo de la rodilla y una camiseta de tirantes blanca. A pesar de que las bermudas son anchas, a la altura del paquete se nota que le falta un poco de espacio. Así transcurrían las primeras semanas.

Uno de los últimos días de abril, decidí sacar mi cocker a pasear y me fui hasta la entrada norte paseando. Casi era de noche pero hacía muy buena temperatura, y las pequeñas farolas alumbraban bien. Tenía cierta esperanza en ver a una parejita a la que pillé follando en el coche hacía dos semanas por esa misma zona. Llegué hasta la puerta. Se había hecho de noche, pero todavía hacía cierto calor. No había visto a la parejita, una lástima pues estaba bastante caliente. Me volví, y tras andar un rato, el perro se metió dentro del chalet aislado. Yo me empecé a cagar en el perro, y en mi novia por habérmelo regalado. Entré, no se veía nada. Entré en lo que parecía el salón, de vez en cuando me golpeaba los pies con sacos de cemento o yeso. De repente escuché una voz

- Tú, ¿qué haces aquí?... 

Giré la cabeza hacia la voz y vi como se acercaba hacia mí alguien con un cigarro en la boca.

- Te he dicho que qué haces aquí, o me contestas o te mato a hostias... - Yo le dije que había entrado a por mi perro que estaba por la casa. Su tono de voz se notó mas tranquilo en la respuesta: - Ah, creo que esta en el sótano, pero no podemos bajar porque no hay escalera, así que tendrás que volver mañana a por él. - Se puso junto a la ventana, y con la luz de la farola vi que era el albañil que me traía loco. Para relajar un poco más me hice el tonto y le pregunté qué hacía en esa casa. Me contestó que era un trabajador y que le pagaban para cuidarla por la noche, porque no le importaba dormir ahí. Me preguntó si tenía prisa, yo como no tenía que hacer nada, le dije que no. Me preguntó entonces si no me importaba hacerle compañía, puesto que llevaba 3 semanas así, y por las noches se aburría. Me contó que una vez vino su novia y se la folló en el coche, pero que un tío les vio y les cortó el rollo. Yo me confesé autor de tal crimen, y entonces él me dijo : - - Pues deberás pagarlo de algún modo.

Yo me reí un poco pensándolo. Entonces me llevó a lo que era su dormitorio. Estaba en el garaje, tenía un colchón de matrimonio, que se veía algo mugriento, junto con una radio y una nevera de camping. También tenía una caja con revistas, pero como no había luz, dudo mucho que leyera algo. Sacó entonces un vaso de plástico de litro y una botella de whisky y nos pusimos a beber y hablar de todo un poco. Se hizo un porro y me ofreció fumar, cosa que acepté, porque esos regalos no se desprecian. Cuando ya habíamos bebido un par de vasos de litro entramos en materia. Le pregunté cómo aguantaba sin hacer nada todas estas tardes. Me dijo que su novia le hizo un par de visitas, y se la follaba, como el día que les vi. Pero llevaba ya dos semanas sin venir. Sacó unas revistas de la caja y me dijo que las miraba, hasta que se le rompió la linterna anteanoche. Yo las vi al contraluz de la luna y vi que eran pornos salvajes, incluso tenían escenas bisexuales de hombre contra hombre, más una mujer.

- También a mí se me pone como un canto... - Cuando me dijo eso me miré y vi como sin darme cuenta tenía la polla dura. Hice un par de comentarios como de chiste y me dijo

- No te cortes, a mí me pasa lo mismo, me hago una paja y punto.

Yo solté la revista, pero seguía sin bajarme la polla, entonces él sin mediar palabra me metió la mano en la bragueta y comenzó a hacerme una paja. Yo sentado en el colchón suspiraba sin decir nada. Aguanté poco tiempo y me corrí en sus manos. Él sin decir nada se limpió en mis pantalones. Yo estaba sorprendido era la primera vez que me hacía una paja otro hombre, y me había gustado la verdad. Él entonces me dijo: 

- Bueno, te hago una paja hoy, y la otra semana me jodes una follada con mi novia. Creo que me debes algo.

Yo le dije rápidamente: te la puedo chupar y en paz, al tiempo que ponía la mano sobre su paquete. Él me dijo que sí, pero nos debíamos desnudar los dos. Así lo hicimos. Cuando le vi desnudo casi me muero de vergüenza. Tenía la polla de unos 17 cm, flácida y el cuerpo estaba sin una sola gota de grasa. No tenía mucho músculo pero se le notaban todos. Yo me tiré hacia su polla. El sabor salado mezclado con el orín me pone a cien. Le chupaba la polla, los huevos incluso el culo, él suspiraba fuertemente y emitía unos gemidos graves que me recordaban a un toro. Me cogió la cabeza con las manos y utilizó mi boca como si fuera un coño. Yo estaba a punto de explotar de nuevo. Le chupaba su vientre duro y sus piernas para que durase más. Y vaya si duraba. Tenía la polla como un mástil, y sin señales de fatiga. Pero al fin tras 20 minutos de mamada comenzó a moverse y me decía que siguiese chupando mientras se corría. Yo obedecí y como recompensa obtuve una de las mayores corridas que había tenido el chico desde hacía años. Cuando terminó me puse a su lado. Entonces él se puso encima de mí y comenzó a mover su polla junto a la mía. A él se le volvió a poner dura. Yo le vi la intención cuando se bajó la mano para colocar la polla en mi culo. Yo le dije que no me gustaba que me diesen por el culo, y que lo más que le haría sería dejar que follase con mis piernas. No se lo pensó y comenzó a empujar con la cadera hasta el punto que parecía que estaba follando con una mujer. Pegó un alarido y se volvió a correr. Se tumbó a mi lado y me dijo que podía volver mañana a por el perro cuando quisiese, por la mañana o por la noche. Yo me levanté me vestí y me fui.

Al día siguiente me fui a primera hora a por el perro. Él me vió y me lo llevó hasta la puerta. Me invitó a que pasara cualquier noche por ahí. Yo pasé más noches. Pero esa será otra historia que contar.

Juan


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